Según consta en documentos conservados, gracias a las donaciones de unos devotos del municipio y por petición del Padre Mariscal, se construyó a finales del siglo XV la Ermita del Calvario. El templo sería ampliado con un cuarto adicional poco después de su construcción, a manos de un ermitaño llamado Hermano Mendoza. Serían los franciscanos del Convento de San Bernardino quienes se harían cargo de la ermita, llegando a realizar un Vía Crucis, del que aún se conservan cruces y capillas indicativas de las estaciones. En la ermita se venera una imagen de San Francisco de Paula, fechada en la primera mitad del siglo XVIII, aunque también son objeto de adoración otras figuras religiosas, como Santa Rosa de Viterbo, San Juan Evangelista o María Santísima de la Soledad.